El consumo de energía es un importante indicador del grado de desarrollo que alcanza un país. No es para menos, considerando que gracias a dicho consumo, ya sea de petróleo y sus derivados, gas, electricidad, carbón, energía nuclear, eólica, etc., se mueven las industrias, funcionan los parques automotores, los ferrocarriles y flotas navales, se ilumina las ciudades, y la gente puede gozar en sus viviendas de las decenas de artefactos creados para hacerle más sencilla y cómoda la vida. Un bajo consumo por habitante revela la existencia de problemas, entre ellos un bajo desarrollo de fuentes de abastecimiento, una insuficiente cobertura (que deja al margen a amplios sectores de la población), un bajo nivel de ingresos (que impide el acceso al equipamiento domiciliario moderno), un escaso desarrollo de la industria y otros sectores demandantes de energía, una insuficiente infraestructura de distribución, etc.
Teniendo eso en cuenta, ahora veremos el panorama latinoamericano en la materia. Emplearemos para ello la información proporcionada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su publicación Indicadores Ambientales 2009. Los datos de la entidad corresponden al año 2008, y se refieren al consumo energético total de los países (medido en miles de barriles equivalentes de petróleo). A partir de ellos, y empleando la información de población proveniente de la misma fuente, hemos obtenido el dato per capita.
Como se puede ver, si bien Brasil y México son los dos gigantes en el consumo total de energía, no son los primeros en el consumo por habitante. Ese honor le corresponde a Venezuela, cada uno de cuyos pobladores consume anualmente el equivalente a 10.50 barriles de petróleo. Sin duda, la condición de gran productor petrolero que posee este país, así como los bajos precios con los que el hidrocarburo se comercializa internamente, permiten tal situación.
Otros países con un importante consumo por habitante son Chile y Argentina. El primero lo hace pese a no producir petróleo, lo que compensa recurriendo a otras fuentes energéticas. Argentina, en cambio, tiene fuentes más diversificadas y abundantes. Ambos tienen a sus poblaciones con niveles de vida entre los más altos de la región.
Luego se ubican México y Brasil, con un consumo promedio ligeramente por debajo de los ocho barriles anuales. Ambos son los países más industrializados y con los más grandes sectores productivos de la región, y sus poblaciones, especialmente la mexicana, figuran entre las latinoamericanas con mejores niveles de ingreso, todo lo cual se refleja en un elevado consumo. Además, poseen importantes cantidades de petróleo y otras fuentes de energía.
El Perú, lamentablemente, figura en un lugar bastante indecoroso en este ranking. La aún insuficiente cobertura eléctrica, la escasa producción petrolera, el bajo nivel de ingresos de la población (reflejado en un modesto equipamiento domiciliario), el lento desarrollo del sistema de distribución del gas natural, el pequeño parque automotor, ferroviario, naval y aéreo, el aún reducido tamaño de nuestro sector productivo, etc., conspiran contra un mayor consumo energético nacional. Afortunadamente, las perspectivas son halagüeñas, de la mano de la creciente producción de gas y electricidad, del vertiginoso incremento del número de automotores, del acelerado crecimiento de la industria y otros sectores, de la mejora de los niveles de ingresos de la población, de la entrada en producción de nuevos pozos petroleros en un par de años, de la futura operación de dos o más plantas petroquímicas, etc. Una primera clarinada se acaba de apreciar en el año 2008, con un crecimiento de 15% en el consumo total, fundamentalmente por la mayor producción de gas.
Detrás de nuestro país, cerrando el ranking, se hallan tres de los países más pobres del subcontinente: Nicaragua, El Salvador y Bolivia. En el país altiplánico, el de menor consumo energético por habitante, este apenas equivale a 3.32 barriles anuales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario