La inflación, como se sabe, se mide registrando la variación de precios de los bienes y servicios de una determinada canasta representativa del consumo de la población.
En el Perú, dichos bienes y servicios están considerados en alguno de ocho Grandes Grupos de Consumo, cada uno de los cuales tiene una ponderación (ver recuadro adjunto) en el denominado Índice de Precios al Consumidor (IPC). Por ejemplo, el gran grupo Alimentos y Bebidas (el principal del índice) representa nada menos que el 37.818% de este, en tanto que su principal componente, Pan y Cereales, representa el 5.551%. Eso significa que, en promedio, de cada 100 soles que percibe mensualmente como ingreso un peruano, 37.82 soles los destina a alimentos y bebidas, y, dentro de ese gran grupo, 5.55 soles los destina al pan y los cereales. En contraste, al cuidado y conservación de la salud solo destina 3.69 soles.
Teniendo en cuenta esa estructura, cada mes se mide la variación en cada producto y en cada rubro, obteniéndose el nuevo índice mensual. La inflación está dada por la diferencia entre el último índice y el del período anterior.
La mencionada medición es compleja y costosa, pues implica averiguar, mes a mes, cómo se mueven los precios de un gran número de productos, en un gran número de establecimientos. Por tal razón, y para facilitar las cosas, en numerosos países se contabiliza únicamente la variación de precios en la ciudad capital, considerando que en esta suele vivir la mayor parte de la población y se realiza la mayor parte de las transacciones, constituyendo, por lo tanto, una buena aproximación de lo que ocurre en todo el país. Es por eso que la inflación peruana se ha calculado tradicionalmente con el IPC de Lima (IPC LM). El problema es que ello no ofrece certeza acerca de lo que ocurre en otras localidades del país, cuyas tasas de inflación podrían diferir de la capitalina.
Debido a ello, mediante la Ley 29438 se decidió la creación del denominado Índice de Precios al Consumidor a Nivel Nacional (IPCN). Este, que acaba de debutar en enero, registra la variación de precios en 26 ciudades del país (las 24 capitales de departamento, más Chimbote y Tarapoto).
Su canasta está compuesta por 758 productos, cuyos precios están siendo, a partir de enero, rigurosamente observados, en un total de 117 mercados de abastos y 21,200 establecimientos comerciales y/o de servicios. Eso equivale aproximadamente a 115,790 informaciones cada mes. Es decir, se trata de una evaluación bastante laboriosa y de alto costo, pero sin duda necesaria para estar más al tanto de la realidad de los consumidores del interior.
Como se puede apreciar, la estructura de este índice está más desagregada que la del IPC de Lima, pues está compuesta por 12 Divisiones de Consumo. El siguiente cuadro, preparado por el INEI para efectos comparativos, permite ver que los alimentos y bebidas tienen un peso bastante mayor que en el índice limeño.
Las ponderaciones de las ciudades, por su parte, han sido establecidas según la representatividad de su gasto en el total nacional, tal como se puede ver en el siguiente cuadro, donde se constata que Lima tiene, de lejos, la mayor (65.372%).
Dado que la base o punto de partida del nuevo índice es diciembre del 2011 (Dic 2011 = 100.00) eso implica que su nivel en enero del 2012 se ha situado en 99.97, teniendo en cuenta la variación de -0.03% registrada en este último mes. Considerando, de otro lado, que la variación del IPC de Lima fue de -0.10%, y que la capital pesa considerablemente en el nuevo índice, significa que los precios estrictamente provincianos no se redujeron, sino más bien aumentaron levemente.
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