Se temía que, por el nerviosismo reinante en los mercados internacionales de capital y entre los grandes inversionistas, la inversión extranjera directa (IED) se retrajera en el 2011. En el Perú, a ese temor se añadía la incertidumbre derivada de la campaña y el posterior resultado electoral. Afortunadamente, los sombríos pronósticos iniciales no se hicieron realidad, y el año en referencia terminó siendo, en materia de IED, bastante favorable.
En efecto, de la mano de las positivas señales que el nuevo gobierno fue emitiendo, la IED, que había disminuido a partir del segundo trimestre, se recuperó en los dos últimos, lo que permitió lograr, al cierre del año, un monto de US$ 7,659 millones, superior en 4.5% al del 2010, y, a la vez, record histórico. Conociendo la importancia de este indicador como puntal del crecimiento (pues esa inversión de largo plazo viene a generar más actividad productiva y empleo), no cabe sino alegrarse por la noticia.
Con ello, el Perú acumula un stock total de IED de US$ 49,508 millones, que se halla presente en minería, hidrocarburos, electricidad, transportes, finanzas, comercio, industria, y muchos sectores más. El monto, equivalente al 28% del PBI, es cuatro veces mayor al que se tenía el año 2001, lo que revela el creciente aporte a nuestra economía de este fundamental indicador.
En los siguientes años están previstas nuevas y masivas inversiones extranjeras, destinadas a proyectos de gran envergadura, como los de Toromocho, Las Bambas, el Muelle Norte y la ampliación del Muelle Sur en el Callao, el oleoducto para trasladar a la costa el crudo de la selva norte, el nuevo puerto de Paita, el gasoducto andino del sur y la petroquímica de Pisco. Con esos recursos, y con otros que están listos para financiar grandes proyectos adicionales, no cabe duda de que el flujo seguirá incrementándose en forma acelerada y alcanzando nuevos records.
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