El mercado petrolero y energético internacional está siendo sacudido en los últimos tiempos por el reposicionamiento de Estados Unidos como gran productor. En realidad, el gigantesco país del norte siempre lo ha sido, pero su enorme consumo lo obligaba a importar una gran cantidad de crudo para satisfacer su demanda, lo que se hacía notar en los mercados mundiales.
Pero ahora las cosas están cambiando radicalmente gracias al fracking, tecnología que, al permitir extraer el crudo ya no sólo de sus tradicionales bolsones subterráneos, sino también a partir del rompimiento de las rocas de esquisto (shale) en las cuales se hallaba atrapado en las profundidades, ha incrementado notablemente las reservas mundiales, y por ende, el potencial de la oferta.
De la mano de dicha nueva realidad, Estados Unidos viene incrementando sostenidamente su producción, que este año promediará los 12.6 millones de barriles diarios y el 2015 ascendería a 13.5 millones. Ello, aparte de haberle permitido encumbrarse como el mayor productor (tras superar a Rusia y Arabia Saudita), le está posibilitando disminuir considerablemente sus compras externas, e inclusive pensar en autoabastecerse y hasta exportar.
Lógicamente, esa incrementada oferta está impactando los mercados, con una sostenida baja del precio del barril, que, tras haber rondado (en el caso del crudo Brent) los US$ 130 el año 2012, hoy ya merodea los US$ 85.
Las perspectivas que se abren a partir de la nueva tecnología de extracción y los declinantes precios derivados de ella, si bien lucen muy halagüeñas para los países importadores (entre ellos el Perú), y para la economía mundial en general, que se beneficiaría de una mayor disponibilidad de energía a menor costo, se avizoran sombrías para muchos de los productores. La inquietud para éstos llega a tal punto que el segundo mayor productor, Arabia Saudita, ha decidido, en una apuesta sumamente audaz, incrementar su ya abultada producción de más de 9.7 millones de barriles diarios, con el objeto de hacer descender el precio a un nivel que haga no rentables los nuevos proyectos de shale oil, desalentándolos por completo, al menos unos cuantos años.
La importante revista británica The Economist ha elaborado el interesante gráfico adjunto. que muestra los efectos de la nueva realidad en los principales productores del oro negro, señalando el precio mínimo por barril que éstos necesitan para mantener en azul sus finanzas públicas. Teniendo en cuenta que el precio se halla hoy en US$ 87, se puede ver que mientras países como Omán, Qatar, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos pueden sobrellevar sin mayor apremio la coyuntura actual, otros, entre ellos los latinoamericanos Ecuador y Venezuela, muy pronto podrían afrontar serios problemas.
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