Hoy el Perú no posee una industria automotriz, pero hace unas décadas sí la tuvo. No de producción en el sentido amplio, ciertamente, sino de ensamblaje. Esa industria llegó a tener, en 1967, nada menos que trece empresas operativas: Ford, General Motors, British Leylans, Fiat, Internacional Harvester, Toyota, Isuzu, Nissan, Scania Vabis, Volkswagen (VW), Chrysler, Volvo y Rambler.
Pero dado que a todas luces era insostenible una cantidad tan grande de participantes en un mercado tan pequeño, en 1970 se llevó a cabo una licitación, como resultado de la cual sólo continuaron operando Toyota, Nissan, VW, Chrysler y Volvo. Para "proteger" la naciente industria, luego se decidió cerrar el mercado, impidiéndose el ingreso de vehículos fabricados en el exterior.
Inicialmente eso permitió que las cinco empresas incrementaran notablemente su producción, llegando a ensamblar un promedio cercano a los 25 mil vehículos anuales entre 1973 y 1982, y alcanzar el nivel record de 34,344 en 1976 (22,290 autos y station wagons y 12,054 vehículos comerciales, como buses, camiones y otros).
Lamentablemente, la bajísima eficiencia de esa industria sobreprotegida, aunada a la grave crisis en que se sumió la economía (plagada de controles y restricciones), se tradujo en altísimos costos de producción y graves perjuicios para los consumidores, que, imposibilitados de importar vehículos, tenían que esperar meses o inclusive años para acceder (ver foto) a los producidos localmente, de elevados precios, baja calidad y atrasada tecnología.
En la década de 1990 se decidió poner fin a ese proyecto absurdo, optándose por la total apertura del mercado. Con ello, si bien desapareció esa industria de ensamblaje (precaria y de escaso aporte a la economía), los consumidores se beneficiaron tremendamente, al acceder a la libre importación de los vehículos que mejor se acomodaran a sus gustos, requerimientos y presupuestos.
Foto: Club Toyota Corona del Perú
No hay comentarios:
Publicar un comentario