Tal como nos lo muestra el siguiente gráfico de Nasdaq, el precio del cobre, luego de la indetenible caída de los últimos años, ya retornó a su nivel de hace diez años, habiendo dejado atrás, como si no hubiera ocurrido, el boom iniciado entre el 2005 y el 2006.
Ése es un dato muy relevante, considerando que hablamos de nuestro principal producto de exportación, el que le da a nuestro país la mayor parte de los dólares que requiere y al Estado el grueso de la recaudación para hacer obra pública y gasto social redistributivo.
Algo parecido se puede decir del precio del oro, que también ha caído considerablemente, aunque no tanto como el del cobre, dada su condición de activo financiero o de refugio en tiempos de crisis.
Eso viene ocurriendo por efecto de la cada vez más evidente y pronunciada desaceleración de la economía china, principal demandante mundial de los commodities nuestros y de todos los demás países latinoamericanos.
Por otro lado, ya se inició, primero mediante el tappering y hace poco con la gradual elevación de su tasa de referencia, el proceso por el cual Estados Unidos ha comenzado a ajustar su política monetaria, dejando atrás la insostenible política de dinero excesivamente barato de inicios de siglo. Eso está frenando las corrientes de capital (créditos e inversiones) hacia mercados emergentes como el nuestro, propiciando el alza del dólar, y, en fin, haciendo más complejo el escenario global.
Pese a todo ello, y también a las marchas y contramarchas e indefiniciones del gobierno, y a la creciente mala imagen que viene granjeándose la región latinoamericana por los estruendosos fracasos económicos de Venezuela y Brasil, la economía peruana sigue avanzando. Eppur si muove (y sin embargo se mueve), como diría el gran Galileo Galilei.
Bajaron los precios del cobre, el oro, la plata, el zinc, el plomo, el estaño, el molibdeno, la harina de pescado, el café y el gas natural, pero nuestro sector productivo respondió con mayor producción de esos mismos commodities (poniendo en marcha Toromocho y Constancia, o ampliando Cerro Verde), o con nueva producción de otros bienes y servicios en múltiples sectores, desde el químico, hasta el agroexportador, pasando por el metalmecánico, el de los minerales no metálicos o el turismo.
No se pudo volver a crecer a tasas de 6%, como había ocurrido hasta el 2013, pero se logró hacerlo 2.4% en el 2014 y 2.8% ó 2.9% en el 2015. No lo esperado ni deseado, pero sí lo suficiente como para incrementar algo el producto por habitante.
Pese a todos los factores adversos, internos y externos, los fundamentos de nuestro modelo liberal permitieron capear bastante bien el temporal. Así las cosas, y de cara a un nuevo proceso electoral y un escenario internacional aún incierto, lo sensato es mantenerlo y profundizarlo, con el fin de que nos siga protegiendo ante eventuales adversidades o nos permita seguir aprovechando, como ocurrió con el boom de precios, circunstancias favorables.
Estamos mas lentos que una tortuga.
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