Desde su puesta en operación, en la década de 1970, la arequipeña mina de Cerro Verde se había constituido como una de las principales productoras de cobre del país.
Sin embargo, sin dejar de ser importante, luego cedió posiciones ante otras de mayor envergadura, entre ellas la moqueguana Cuajone y luego la ancashina Antamina, esta última convertida desde la década de 1990 en la indiscutible líder del rubro y del sector.
Pero desde diciembre del año pasado, gracias a los multimillonarios trabajos de ampliación a los que fue sometida, Cerro Verde ha pasado a ser la reina de las minas peruanas. Efectivamente, ese mes, más que duplicando lo de similar período del año anterior, produjo 44,256 toneladas (40,230 por flotación y 4,026 por lixiviación). Con ello superó las 41,367 toneladas de Antamina y se encumbró como líder.
Y si bien en el recuento del 2015 aún permaneció claramente segunda, pues registró un volumen de 255,917 toneladas, muy inferior al de 411,973 por parte de Antamina, en el actual ya se viene enseñoreando desde el primer mes, como lo muestra el gráfico de arriba. Así, ya acumula un total de 128,172 toneladas en el primer trimestre, frente a las 112,771 extraídas por la ahora segunda Antamina.
No obstante, su futuro como líder no está asegurado, pues allí están, a la expectativa, la juninense Toromocho y la apurimeña Las Bambas, gigantescas minas que comenzaron su fase de explotación a inicios del 2014 y fines del 2015, respectivamente, y cuyos crecientes niveles de producción indican que tienen serias intenciones de convertirse, a muy corto plazo, en protagonistas.
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