Después de haber lidiado con un gobierno que no sólo propició grandes distorsiones en la economía, sino también alteró las cifras de su instituto de estadística (Indec) para que la población no conociera la real situación económica, Argentina, ahora con esta entidad totalmente reestructurada, está volviendo a publicar datos confiables.
Los de producción, por ejemplo, nos dicen que la economía se halla en plena recesión, debido al programa de ajuste puesto en marcha por el nuevo gobierno para acabar con la muy elevada inflación que la venía afectando gravemente, socavando el poder adquisitivo de la población, afectando el nivel de ahorro, debilitando la moneda y restándole competitividad internacional al país.
Así, en junio el producto bruto interno (PBI) cayó un considerable 4.3%, con lo cual acumula un decrecimiento de 1.3% en el semestre.
Las cifras dadas a conocer por el nuevo Indec también nos dicen que en los años anteriores la economía estuvo bastante lejos del panorama del que se jactaba el anterior gobierno. El año 2012 no creció 0.8%, como se decía, sino decreció 1.0%, el 2013 no avanzó 2.8%, sino 2.4%, y el 2014 no avanzó 0.4%, sino retrocedió 2.6%. El único año en que las cifras reales estuvieron por encima de las oficiales fue el 2015, cuando hubo un crecimiento de 2.3%, mayor que el previamente señalado de 1.2%. Pero gran parte de ese crecimiento estuvo basado en el gasto público y el déficit fiscal, que espolearon la inflación hasta el elevado nivel que ahora se trata de combatir.
El segundo cuadro precisamente se refiere a la inflación, la variable que el Indec maquilló asíduamente para hacer creer a la gente que su nivel anual se hallaba en 10 ó 12%, cuando en realidad superaba el 20% e inclusive el 30%, situándose entre las más altas del mundo.
Hoy, el gobierno está luchando intensamente contra ella, mediante un severo desembalse de precios que al, reducir los subsidios y el déficit fiscal, e incentivar la inversión y la producción, actuará tanto sobre la oferta como sobre la demanda, permitiendo que se frene el avance del costo de vida. Por ahora, lógicamente, el desembalse ha impactado en el dato inflacionario, pero a diferencia de lo ocurrido anteriormente, el incremento, al estar basado en una política económica de ideas claras y en la dirección correcta, sí generará resultados positivos.
El caso argentino, al igual que el brasileño y el venezolano, es un elocuente ejemplo del daño que se provoca en la economía cuando se incurre en irresponsabilidades fiscales que la distorsionan y desequilibran, obligando luego a dolorosos ajustes, tales como los que en nuestro país padecimos durante largas etapas de nuestra historia.
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