Las mujeres y los hombres son seres humanos con el mismo valor, las mismas capacidades y la misma importancia. Esa noción, sencilla pero central, debe ser reconocida y apoyada con toda firmeza en nuestro país, tal como ya ocurre en los más desarrollados del mundo.
Las mujeres tienen el más absoluto derecho a gozar de las mismas oportunidades que los hombres, en todos los campos del desarrollo humano. La discriminación contra ellas, que aún subsiste en alto grado en muchísimos países (en algunos de los cuales aún se les obliga a andar casi totalmente cubiertas y ser virtuales sirvientas del marido, o se les priva de múltiples derechos) debe ser erradicada cuanto antes, pues no tiene ninguna justificación y constituye un inaceptable acto de abuso contra ese importantísimo sector poblacional.
En nuestro país, si bien se ha avanzado mucho en el tema, y se está lejos de prácticas tan retrógradas como las mencionadas en el párrafo anterior, aún falta un mayor esfuerzo de concientización, pues todavía subsiste una mentalidad machista, que subestima y tiene en menor consideración a la mujer, limitando su desarrollo personal.
Así las cosas, el Estado peruano hace muy bien en dedicarle gran atención al tema, y darle prioritaria presencia en las currículas y programas de divulgación de sus diferentes ministerios, consciente de que es necesario cambiar la mentalidad actual y hacerla más equilibrada y justa. Ningún país puede aspirar a ser desarrollado si mantiene relegada a la mujer, desaprovechando su enorme capacidad de aportar a la mejora de la vida nacional en todos los aspectos.
Hay algo que no cuadra. Si se dice que la mujer cobra menos por hacer el mismo trabajo que el hombre ¿en un mercado libre no debería contratarse a mujeres en preferencia de los hombres? Si lo primero que buscan las empresas es rentabilidad, pues qué mejor que contratar a personas que cobran menos por el mismo trabajo, no deberia faltar emplel para las mujeres.
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