Como es por todos conocido, las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) tienen como función principal la de invertir responsable e inteligentemente los fondos de sus aportantes, con el fin de darles la mayor rentabilidad posible, para que estos puedan disponer, al momento de su jubilación, de pensiones adecuadas.
Dichas inversiones se efectúan en activos financieros de diversos tipos, como se aprecia en el cuadro que aquí mostramos, publicado por el BCR. Allí se puede ver que la mayor parte, el 58.3% de estas, se lleva a cabo dentro del país, en valores gubernamentales, empresas del sistema financiero y empresas no financieras. El 41.4% restante corresponde a inversiones en el extranjero.
Esa incursión foránea permite diversificar las inversiones, y con ello reducir el riesgo, por ejemplo cuando nuestra bolsa (en cuyas acciones las AFP invierten una buena parte de sus recursos) tiene un mal año, como el 2015, cuando su índice general cayó más de 30%.
Tal posibilidad se ha ido acrecentando con el tiempo, facilitándole las cosas a estas fundamentales entidades. Así, cuando recién nació el sistema, las inversiones en el exterior eran nulas. Luego, de la mano de la autorización que se fue dando para ello, en el 2004 superaron el 10% del total, en el 2009 el 20%, en el 2013 el 30% y en el 2014 el 40%.
Actualmente están autorizadas para invertir en el exterior hasta el 44% de su fondo. Y ahora, mediante la Circular 0023-2017, el BCR les acaba de autorizar para que desde el 17 de julio eleven dicho porcentaje al 45% y desde el 17 de agosto al 46%.
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