En los últimos años, nuestro país ha avanzado mucho en la dotación de los vitales servicios de agua y alcantarillado mediante red pública.
Eso se constata claramente cuando se compara las cifras de principios de siglo con las actuales. En el año 2001, los porcentajes de hogares con acceso a dichos servicios llegaban al 71.3% y 52.3%, respectivamente, en tanto que en el 2016 llegaron al 89.2% y 73.7%.
Pero falta mucho por hacer, pues, como se aprecia en el siguiente cuadro preparado por el Ministerio de Vivienda y Construcción con base en las cifras del INEI, persisten situaciones totalmente inaceptables.
Por ejemplo, si bien la cobertura de agua a nivel urbano ya está muy próxima al 100%, a nivel rural aún deja muchísimo que desear, pues allí 29 de cada 100 hogares no acceden a la red (ni dentro ni fuera de la vivienda ni en pilón de uso público). La situación es muy preocupante en el departamento de Loreto, donde apenas el 12.1% de la población dispone del servicio, y algo parecido ocurre en Ucayali, donde la cifra es de sólo 36.0%. Eso acontece, paradójicamente, en regiones bañadas por enormes ríos que fácilmente podrían proveerles del vital elemento.
La situación es aún menos halagüena en lo que atañe al alcantarillado, aspecto en el cual la población urbana ha logrado una cobertura de 88.3%, pero la rural apenas tiene una de 24.6%. En este último ámbito, la situación es terrible en Loreto, donde prácticamente nadie dispone del servicio. También es sumamente grave en Ucayali y Tumbes, donde las tasas de disponibilidad llegan a sólo 4.2% y 7.2%. La situación es tan complicada en todo el campo que únicamente el departamento de Moquegua se puede jactar de que más del 50% de su población rural cuenta con el servicio.
El progreso ha sido sustantivo, llevando los servicios a porcentajes muy importantes de la población, pero urge intensificar el esfuerzo, para cerrar definitivamente las grandes brechas aún existentes.
Foto: Andina
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