El Perú no recibe la inmensa cantidad de remesas que recibe México, y que asciende a unos US$ 27 mil millones.
Tampoco un monto que resulte decisivo en su economía, como ocurre con el pequeño país centroamericano de El Salvador, donde dichos envíos representan el 17% de su producto bruto interno (PBI).
Las remesas que capta nuestro país no son tan cuantiosas ni tienen un peso tan determinante en su economía, donde las exportaciones y la inversión extranjera directa son claramente las dos principales fuentes de recursos externos, con montos que el año pasado ascendieron a US$ 35 mil millones y cerca de US$ 7 mil millones, respectivamente. Nuestras remesas del año pasado, que con sus US$ 2,884 millones batieron record, apenas representaron el 1.5% del PBI.
Sin embargo, esos envíos de los peruanos que trabajan afuera no dejan de ser importantes, al aportar una parte de la moneda extranjera que nuestro país necesita para cubrir sus importaciones, los pagos de su deuda y otras necesidades, y permitir que el sol se mantenga fuerte.
En ese marco de cosas, es gratificante comprobar que el monto del segundo trimestre acaba de llegar, con US$ 766 millones, a su mayor nivel histórico, tal como lo informa el Banco Central de Reserva (BCR).
Con los envíos que realizan desde múltiples países del mundo (especialmente Estados Unidos, de donde parte casi el 40% de dicho flujo) los peruanos en el exterior aportan su grano de arena al avance de nuestra economía y a su estabilidad cambiaria y financiera.
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