Desde que fue concesionado y modernizado en los primeros años de este siglo, el aeropuerto internacional Jorge Chávez se había erigido como uno de los más importantes de la región, compitiendo en buena lid con los de Santiago, Bogotá y Panamá.
Así las cosas, su consolidación como hub regional iba viento en popa, refrendada, además, por su frecuente elección como el mejor aeropuerto sudamericano.
Pero (fundamentalmente porque el Estado peruano no cumplió con entregar los terrenos requeridos) el tiempo pasó sin que se llevara a cabo la ampliación y modernización previstas y sin que se construyera la anunciada segunda pista ni la nueva terminal de pasajeros.
Y eso está pasando la factura. Así lo dice nada menos que la entidad rectora a nivel mundial en el negocio, la Agencia Internacional de Transporte Aéreo (IATA por su sigla en inglés), que en una nota emitida ayer (que aquí adjuntamos), además de destacar la importancia del transporte aéreo en nuestra economía, ha señalado que el Jorge Chávez está perdiendo competitividad frente a sus pares de la región, todos los cuales se han ido poniendo al día en materia de calidad de su servicio.
En nuestro aeropuerto, en cambio, la capacidad instalada ha quedado notoriamente rebasada por el flujo de pasajeros, generando grandes congestiones e incomodidades que no están acordes con lo que se espera de un aeropuerto que aspira a destacar internacionalmente.
Felizmente, los referidos trabajos ya están a punto de iniciarse, previéndose que queden listos en unos cinco años. Eso permitirá que nuestro principal aeropuerto siga en la primera línea de terminales sudamericanos, y que mantenga incólume su expectativa de constituirse no sólo en hub regional, sino también en uno de los más importantes del continente.
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