De los elementos que componen el producto bruto interno (PBI) de nuestro país, el Consumo (de lejos el más importante, pues representa más del 70% del total), se había desacelerado considerablemente a partir del año 2014, pero pese a ello no había dejado de avanzar.
También había avanzado el componente dado por el diferencial entre Exportaciones e Importaciones de Bienes y Servicios, que, pese a la caída de las exportaciones ocurrida hasta el año 2014, se había comenzado a recuperar desde fines del 2015.
Pero la que no había avanzado era la Inversión, que desde el año 2014 más bien venía en franca caída. Su componente más importante, la inversión bruta fija (compuesta principalmente por inversión privada, pero también por inversión pública) no dejaba de caer. Había retrocedido 2.1% en el 2014, 5.3% en el 2015 y 4.6% en el 2016, y eso explicaba claramente la notoria desaceleración del PBI. La caída de los precios de nuestras exportaciones, los escándalos de corrupción, la incertidumbre a raíz de la elección de Trump en Estados Unidos, el ruido político interno y otros factores habían pasado la factura, al paralizar varios de los proyectos más importantes que el país tenía previstos.
Afortunadamente, esa situación se ha comenzado a revertir claramente en el tercer trimestre del presente año, con un repunte de 5.3%, que difiere de los retrocesos de los trece trimestres anteriores, y que se explica tanto por el avance de la inversión privada (5.4%) como de la pública (5.0%). Con una inversión que por fin crece, el panorama se torna mucho más promisorio.
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