Como es sabido, en nuestro país, el tipo de cambio, al igual que todos los otros precios, se mueve en función de las fuerzas del mercado.
Así, cuando la oferta de dólares se incrementa, por ejemplo al crecer las exportaciones o la inversión extranjera directa, el tipo de cambio baja. En cambio, cuando esas fuentes de recursos flaquean, aumenta.
Frente a esas circunstancias, el Banco Central de Reserva (BCR) se limita a desarrollar la que se denomina política de flotación sucia, por la cual, sin pretender interferir en los movimientos del mercado, busca que sean lo menos bruscos posibles, para evitar el nerviosismo de los agentes económicos. A tal efecto, lleva a cabo las esporádicas y limitadas intervenciones señaladas con líneas azules en el gráfico.
Allí se aprecia que en el año 2015 y la primera parte del 2016 salió a vender dólares en varias ocasiones, en circunstancias que esta moneda había elevado considerablemente su valor. Posteriormente, desde fines del 2016, la tendencia del tipo de cambio se hizo mucho más estable, y eso llevó al BCR a dejar de intervenir la mayor parte del tiempo, efectuando operaciones de compra sólo de vez en cuando, en algunos casos para mantener el nivel de las reservas internacionales.
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