Una mala nutrición durante los cinco primeros años de vida puede tener un profundo y duradero impacto en la salud de los niños, así como en su capacidad de aprendizaje y en sus ingresos durante su vida adulta.
Una de las formas de medirla es a través del crecimiento, pues los niños mal nutridos suelen presentar un visible retraso en este aspecto.
Felizmente, en casi todo el mundo el problema ha retrocedido, como lo nuestra el gráfico adjunto, publicado por el Banco Mundial.
En él se puede ver que mientras en la década de 1990 habían más de 300 millones de niños que presentaban retraso en el crecimiento, en el año 2015 la cifra bajó a alrededor de 160 millones.
Y eso se ha replicado en la mayoría de zonas. Por ejemplo en Asia Meridional (donde se encuentran países como India, Pakistán y Afganistán), que sigue siendo la zona con mayor cantidad de niños afectados, pero que muestra una paulatina reducción del problema. Lo mismo ha ocurrido, en forma notable, en Asia Oriental y el Pacífico (donde se ubican países como China, Indonesia y Filipinas).
Y lo propio ha acontecido en América Latina y el Caribe, donde a la fecha está afectada por el problema sólo la mitad de la población que lo estaba hace 25 años. El Perú, obviamente, es uno de los países de la región que más han mejorado en dicho aspecto, de la mano de su buen crecimiento económico, la reducción de la pobreza y la ampliación de su clase media.
Lamentablemente, una zona del planeta no ha reducido el mal, sino más bien lo ha visto agravarse. Se trata del África subsahariana, en cuyos países, los más pobres del planeta, la población de niños con retraso en el crecimiento ha pasado de aproximadamente 45 millones en la década de 1990 a 57 millones en el 2015.
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