Construyendo una Gran Muralla Verde en África

En África, el continente más pobre del mundo, se viene desplegando un gran esfuerzo para mejorar, en una forma sencilla y a la vez muy eficaz, las condiciones de vida de su numerosa y muy pobre población.

En efecto, tal como lo revelan estos tres interesantes videos, varios países situados al sur del enorme desierto del Sahara están llevando a cabo, con la ayuda y asesoría de diversos organismos internacionales, un gran esfuerzo para teñir de verde una parte de las extensas tierras allí existentes, que hoy lucen áridas, incapaces de sostener adecuadamente la vida ni de brindar una contribución ecológica al planeta.


En el marco de este, están sembrando millones de árboles, con el objeto de frenar la muy nociva desertificación, pero también de crear los trabajos que la gente de esos lugares necesita con urgencia.

Ocurre que los árboles frenan los vientos, y con ello impiden que estos continúen provocando la desertificación (al erosionar las tierras y privarlas de sus materias orgánicas y minerales). Las hojas, por su parte, al descomponerse generan un valioso compuesto orgánico, en tanto que el follaje crea una sombra que permite mantener la humedad del ambiente (reduciendo los requerimientos de agua) y genera un hábitat muy propicio para la flora y la fauna. Por si fuera poco, las raíces contribuyen a retener el agua en el suelo.


Gracias a todo ese cúmulo de efectos positivos, los pozos de agua, antes secos, se están volviendo a llenar. Con ello, se ha generado una nueva economía, pues miles de mujeres están encontrando empleo, sembrando numerosos productos, paliando el hambre que anteriormente era cosa común en la región y mejorando sus ingresos y las condiciones de vida de sus hijos. Esa mejora económica y alimentaria ha llevado, entre otras cosas, a una mayor asistencia de los niños a las escuelas. Todo un círculo virtuoso derivado de una idea muy simple pero brillante.


La idea es que la gran muralla verde en creación atraviese de oeste a este once países de África, desde las costas de Senegal en el océano Atlántico hasta las de Eritrea y Somalia en el mar Arábigo, favoreciendo a millones de personas que se hallan entre las más pobres del mundo. Con sus ocho mil kilómetros de largo y quince de ancho se convertirá, según sus promotores, en la más grande estructura viviente en la Tierra.

La plantación se inició en el año 2007, y Senegal ha sido, de lejos, el país que más ha avanzado en ella, plantando once millones de acacias (árboles muy resistentes a la aridez) y añadiendo dos millones cada año. Eso le ha costado US$ 2 mil millones, pero ya le está permitiendo obtener grandes beneficios para su población.

La inversión estimada para la totalidad del proyecto, al que todavía le quedan muchos años para ser completado, se ubica alrededor de los US$ 8 mil millones, que, como hemos visto, sobradamente valen la pena.

Sin duda, se trata de una maravillosa iniciativa, que está teniendo lugar justamente allí donde más se le necesita, pero que puede ser imitada en muchos otros lugares, incluyendo nuestro país, donde abundan los desiertos y se requiere seguir mejorando el empleo y los ingresos.