El gas de Camisea proporciona energía al sistema eléctrico nacional y combustible a miles de hogares en Lima, Ica y otros departamentos.
También satisface las necesidades de numerosas empresas del sector productivo, y permite el funcionamiento de miles de vehículos, como los grandes buses del Metropolitano de Lima.
Pero además le brinda al país un importante ingreso (US$ 772 millones el año pasado), gracias a su exportación a México y otros países.
Esto último, que viene ocurriendo desde el año 2010, es posible gracias a la gran infraestructura construida por el consorcio Perú LNG, integrado por cuatro importantes empresas extranjeras.
Esta incluye un gasoducto de 408 kilómetros de largo entre Ayacucho y Pisco (que al alcanzar los 4,901 metros sobre el nivel del mar es el más alto del mundo), la moderna planta de licuefacción de Pampa Melchorita (la única de Sudamérica) y el complejo portuario ubicado junto a ella, donde acoderan grandes buques metaneros que embarcan el gas convertido en líquido mediante el proceso de criogenización al que es sometido. Ese gran complejo exportador demandó a dicho consorcio una inversión de nada menos que US$ 3,800 millones.
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