Como parte de los actos de celebración del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ayer se llevó a cabo una importante ceremonia encabezada por el presidente Vizcarra.
En ella, el jefe de Estado, como no podía ser de otra manera, reafirmó el compromiso del gobierno de luchar contra ese terrible flagelo.
E hizo bien, porque se trata de uno de los temas más preocupantes en la actualidad. Así lo ratifican las cifras que acaba de emitir el INEI, según las cuales 66 de cada 100 mujeres entre los 15 y los 49 años fue víctima alguna vez de violencia (psicológica, verbal, física o sexual) ejercida por su esposo o compañero.
El problema, ciertamente, no se solucionará a corto plazo, ni con simples consejos, llamados a la buena convivencia, advertencias ni amenazas. Se solucionará con un cambio de mentalidad, que para ser efectivo debe ser inculcado desde las más tempranas etapas del desarrollo, en la niñez y en la adolescencia.
Allí es donde apuntan las políticas educativas, que a través de una currícula que promueve la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres busca formar entre nuestros estudiantes una mentalidad en la cual la discriminación, la intolerancia, la marginación y el encasillamiento en estereotipos de géneros son consideradas cosas inaceptables en una sociedad que aspira a vivir en paz.
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