Esta jovencita sueca efectuó hace un mes un dramático pedido ante las Naciones Unidas, para que se tome medidas radicales contra el proceso de calentamiento global que amenaza a nuestro planeta.
Y lo hizo con plena autoridad moral, pues serán su generación y todas las subsiguientes las que sufran las consecuencias del proceso que se está desencadenando debido a la actual falta de sensatez.
Ojalá sus palabras remuevan conciencias, especialmente las de aquellas personas, corporaciones y países que sólo miran el corto y mediano plazos, sin entender que con esa torpe y mezquina actitud se podría estar sepultando el largo plazo, sacrificando a quienes tienen todo el derecho de disfrutar de un planeta con adecuadas condiciones de vida.
Felizmente, una gran parte de la comunidad internacional ha tomado nota de la gravedad de la situación y está adoptando políticas o tomando medidas en el afán de revertirla. Muestra de ello son el Acuerdo de París (del que únicamente Estados Unidos y unos pocos países desertaron) y los intensos esfuerzos para generar energía a partir de fuentes limpias y para reemplazar los cientos de millones de vehículos a gasolina y a diesel existentes en el planeta por otros propulsados por electricidad. También, los masivos planes de reforestación emprendidos por diversos países de África y Asia, con la siembra de miles de millones de árboles y las políticas para promover en todo lo posible el reciclaje.
Pero falta tomar medidas mucho más concretas en otros campos. Por ejemplo, el de la deforestación (como la que afecta nuestra amazonía por la criminal acción de la minería ilegal y el narcotráfico, y la que también lo hace en muchos otros países debido al desmedido afán de sembrar soya y palma aceitera). Asimismo, el de los hábitos de consumo, como el de la carne (teniendo en cuenta que las emisiones de metano por parte de la ganadería figuran entre las principales causas del problema) y otros productos.
No todo está perdido, pues la humanidad está comenzando a reaccionar positivamente, pero hay que apresurarse, pues el tiempo se acorta.
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