Así lo señala la línea azul en el gráfico, que muestra el precio promedio (creciendo lenta pero sostenidamente) de los vehículos propulsados a gasolina. En el año 2015 se hallaba en aproximadamente US$ 32,500 y en el 2025 se acercaría a US$ 35 mil.
En contraste, el precio promedio de los autos eléctricos menos caros ha estado cayendo sustantivamente. Su mayor precio siempre se ha debido al alto costo de la batería, pero como los fabricantes de estas vienen mejorando exponencialmente su rendimiento, tanto en composición química como en capacidad de almacenamiento, el precio de los vehículos está cayendo. El costo de la tecnología de la batería se ha desplomado a la quinta parte, desde US$ 1000 por kilowatt/hora (kw/h) en el año 2010 a sólo US$ 209 en el 2017.
En contraste, el precio promedio de los autos eléctricos menos caros ha estado cayendo sustantivamente. Su mayor precio siempre se ha debido al alto costo de la batería, pero como los fabricantes de estas vienen mejorando exponencialmente su rendimiento, tanto en composición química como en capacidad de almacenamiento, el precio de los vehículos está cayendo. El costo de la tecnología de la batería se ha desplomado a la quinta parte, desde US$ 1000 por kilowatt/hora (kw/h) en el año 2010 a sólo US$ 209 en el 2017.
BNEF predice que la tecnología de las baterías alcanzará el punto crítico de US$ 100 por kw/h en el año 2025, con lo que los autos impulsados por estas pasarán a ser más económicos que los gasolineros. Pero Elon Musk ha anunciado que su empresa Tesla (que trabaja asociada con Panasonic) ya lo alcanzará el próximo año.
En cualquiera de los dos casos, los autos eléctricos están muy cerca de ganar la batalla, pues a partir de ese punto de inflexión los consumidores se volcarán masivamente a ellos. Y en realidad no hay necesidad de esperar, pues, como bien dice BNEF, ya resultan más baratos que los gasolineros. Eso se comprueba cuando se observa tanto el precio de compra como el costo de operación. No sólo se trata de que la electricidad cuesta una pequeña fracción de lo que cuesta la gasolina: también se trata del ahorro en el servicio. Y como un auto eléctrico tiene apenas 20 piezas móviles, frente a las 200 de uno gasolinero, se descompone con mucho menos frecuencia, no requiere servicios como cambios de aceite, y puede recorrer un millón de millas sin que su tren de potencia sufra gran deterioro.
Si a eso se agrega el fundamental hecho de que no genera ninguna de las emisiones que hoy tienen a nuestro planeta atribulado con el grave problema del calentamiento global, la ventaja es obvia, y sólo hace desear que su protagonismo en el mercado se haga realidad lo más rápido posible.
Fuente: Consumer Technology Association
Fuente: Consumer Technology Association
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