La nueva norma más bien se refiere a la plataforma superior de este, dado el riesgo de derrumbe allí existente, tanto por las características del terreno como por la humedad y la naturaleza sísmica de la ciudad. Por eso, en el afán de preservar la vida de las personas que transitan por sus partes superior e inferior, dispone la intangibilidad en una franja de 120 metros de ancho medida desde la línea de borde, salvo aquellos lugares donde se haya hecho trabajos de microzonificación.
Ojalá esta última excepción no sea la vía por la cual se siga construyendo inmuebles, en una zona que preferiblemente debería estar destinada a parques y otros ambientes de recreación.
Interesante gráfica que evidencia la conveniencia del aterrazado del acantilado como solución natural al riesgo permanente que significa ese formación geológica en la costa de Lima. Aunque solo fuese por salvaguardar vidas y prevenir que un terremoto deforme por completo la bahía de Lima, es hora de tomar consciencia y planificar una verdadera respuesta a ese desafío como meta al bicentenario. Estoy seguro que concurrirían fuerzas de todo el mundo a participar.
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