Pese a la actual desaceleración, el Perú viene registrando, como la economía en crecimiento que es, un sostenido incremento de su consumo de energía, llámese electricidad, gas natural o petróleo.
Lamentablemente, si bien está expandiendo su oferta de las dos primeras fuentes, no está logrando hacerlo con la tercera, cuya producción se halla en franco proceso de declive y no se compara en absoluto con la obtenida en décadas previas.
Por ejemplo, mientras el año 1980 produjo 195 mil barriles diarios, el año pasado apenas produjo 48,870. Así, de una situación en la cual cubría plenamente su demanda, obtenía un excedente para exportación y se colocaba entre los cinco primeros productores sudamericanos, ha pasado a una en la cual requiere importar un considerable volumen.
Felizmente, en el 2004 llegó Camisea, y gracias al cambio de matriz energética que generó con su gas natural, y a los combustibles a partir de sus líquidos de gas, permitió capear el temporal.
Pero, además, la producción petrolera misma ha comenzado a recuperarse lentamente. Así lo informa Perupetro, que señala que en noviembre se acaba de lograr, con 63,738 barriles diarios, el máximo nivel productivo mensual desde diciembre del año 2014. La buena noticia se debe al alza en los lotes X (ubicado en Piura, que produjo 15,195 barriles) y 95 (en Loreto, que produjo 8,068), derivada de las importantes inversiones efectuadas por sus operadores. Pero también se debió al aporte de los lotes 192 (9,305), 8 (que en noviembre normalizó sus operaciones y produjo 6,674), Z-2B (6,529) y 131 (2,847).
Y la buena noticia no quedará allí, pues está previsto que, de la mano de crecientes inversiones (US$ 550 millones este año y US$ 700 millones el siguiente), la producción siga con tendencia ascendente, hasta alcanzar los 100 barriles en el año 2023.
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