En esa alentadora evolución a la baja se estaba acercando poco a poco al interesante nivel de 1.00% (100 puntos básicos, pbs) y enrumbando a su mínimo histórico de 0.91% (91 pbs), logrado en octubre del 2012.
Lamentablemente, en febrero del presente año la enfermedad del COVID-19 se convirtió en pandemia y alteró dramáticamente el panorama en todo el planeta. Así, nuestro riesgo país no solo dejó de disminuir, sino se incrementó considerablemente (aunque, felizmente, manteniéndose muy por debajo del promedio latinoamericano).
En ese marco de cosas, después de haber estado cercano a 1.10% (110 pbs) en febrero, se triplicó en marzo, llegando a 3.72% (372 pbs). Con ello superó los picos registrados en octubre del 2011 y febrero del 2016. Sin embargo, no ha superado el enorme pico de 6.53% (653 pbs) registrado en octubre del 2008, cuando la crisis subprime de Estados Unidos remeció al mundo.
Afortunadamente, en los últimos días ha disminuido, pese a lo cual continúa en un nivel bastante elevado, de alrededor de 3.00% (300 pbs). Ojalá retome la tendencia a la baja, aunque está claro que en el turbulento contexto actual eso no va a resultar nada fácil.
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