En efecto, ascendió a apenas US$ 670 millones, su menor monto desde el segundo trimestre del año 2017.
La cifra del primer trimestre se explica especialmente por el flujo positivo de US$ 499 millones en el rubro de reinversión de utilidades (aquellas que en lugar de ser repatriadas se destinan a seguir ampliando la capacidad instalada y atender otros requerimientos) y de US$ 271 millones en el de préstamos netos con la matriz (diferencia entre los montos de préstamos recibidos de esta y los devueltos). De manera contraria, egresaron US$ 100 millones por aportes y otras operaciones de capital (dinero fresco que entra a los proyectos o empresas).
Ello ocurrió en el marco de una caída de 16.8% de la inversión privada, en una coyuntura de alta incertidumbre en torno a la evolución futura de la pandemia y de su impacto real en la economía local e internacional. La contracción de la inversión privada se dio tanto en el sector minero (12.1%) como en el resto de sectores (17.5%).
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