En la última década, el PBI peruano no había dejado de crecer ni un solo mes (había alcanzado 127 meses de expansión ininterrumpida, en uno de los períodos de mayor progreso de nuestra historia económica).
Lamentablemente, la terrible pandemia que agobia al mundo entero puso fin a ese ciclo virtuoso, y ocasionó que el producto cayera por primera vez tras ese larguísimo período.
Eso se está reflejando en su variación anualizada (la que toma en cuenta los últimos doce meses). Como se aprecia en el gráfico, esta se había elevado desde una tasa de alrededor de 2% a inicios de la década a una superior al 8% en el año 2011, para luego iniciar un largo proceso de desaceleración que (al margen de caídas abruptas en los años 2015 y 2017) había proseguido hasta fines del 2019.
Pero llegó marzo de este año, con el primer efecto de la pandemia, y eso ha generado el peor dato anualizado de la década, con una tasa de apenas 0.78%. Y dado que en abril y mayo se prevé resultados mensuales iguales o peores (debido a que reflejarán una cuarentena en su momento más intenso), es seguro que esa línea anual llegará al terreno negativo y luego se sumergirá profundamente en él.
Afortunadamente, será una situación coyuntural, que se atenuará a medida que nuestra economía vaya dejando atrás la paralización inducida y retorne a la normalidad, de la mano de sus sólidos fundamentos, que en esencia permanecen intactos. Claro, siempre y cuando se haya logrado controlar adecuadamente y puesto en retroceso a la nefasta pandemia.
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