En ella, además de explicar los entretelones de las emisiones de bonos (como aquella por la cual se congratulaba Francke), hizo hincapié en que la prioridad actual de nuestro país en el tema económico no debe estar en agenciarle nuevo financiamiento al Estado, para que aumente su gasto y su inversión, a costa de elevar la carga de la deuda.
La prioridad debe estar en promover la inversión privada, que es la herramienta más poderosa para crecer, y también la más sana, pues no le implica ningún egreso al erario público. Y este gobierno, lamentablemente, no solo no la está promoviendo, sino la está espantando, con todo tipo de anuncios negativos y amenazas, como los de cambiar la Constitución, desmantelar el modelo económico, estatizar empresas, cuestionar contratos, elevar impuestos, etc.
Esa es la razón por la cual para el próximo año el BCR y los analistas prevén que la referida variable (mucho más poderosa que la inversión pública) no crecerá. Y con ello se apagará uno de los motores más importantes de la economía, y que más impulsan el PBI, que por tal razón ya no crecerá el 4.8% previsto inicialmente, sino apenas 2.5%.
Y si las declaraciones desconcertantes y las amenazas prosiguen, el panorama se oscurecerá aún más. El ministro Francke debe tener bien claro que el espectacular rebote que está teniendo nuestra economía, y que le está permitiendo ser una de las latinoamericanas que más rápido se han recuperado tras el desastre de la pandemia, es consecuencia del aún vigente modelo de libertades y apertura al mundo, ese que además de facilitarle financiamiento en excelentes condiciones también le proveyó abundante inversión privada. Si el actual gobierno insiste con amenazas e incertidumbres, esa inversión ya no solo no crecerá, sino caerá, y lo mismo ocurrirá con el PBI.
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