Con ello se contribuye a cerrarle las puertas a los delirios totalitarios de Vladimir Cerrón y demás integrantes radicales de Perú Libre, para los cuales los referéndums son la vía ideal para eludir el procedimiento democrático y lograr, a través de la arbitrariedad, la manipulación y la demagogia, imponer sus ideas extremistas, tal como en nuestro continente ya lo hicieron el chavismo y otros regímenes delincuenciales. No es casualidad que las dictaduras sean las más acérrimas promotoras de esos mecanismos de "consulta".
Ahora toca refrendar en el pleno del Congreso esta excelente decisión, para que queden definitivamente sepultados los despropósitos del referéndum, de la Asamblea Constituyente y de una nueva Constitución al gusto de esos radicales de ideas trasnochadas.
El Perú necesita avanzar sobre aquello que claramente se ha visto que funciona bien en lo político, social y económico, y en cualquier otro aspecto, corrigiendo aquello que así lo requiera. No debe perder ni un segundo de su valioso tiempo histórico en experimentos extremistas y demagógicos que han fracasado siempre aquí y en todas partes.
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