En el primer mes del presente año hubo datos variados en cuanto al crecimiento productivo de las siete economías más grandes de América Latina.
Las de Chile y Colombia continuaron avanzando a gran velocidad, y la de Argentina también lo hizo apreciablemente. En cambio, la del Perú siguió haciéndolo modestamente, a tal punto que ha pasado a ser una de las menos dinámicas. Luego se sitúa la de México, que creció aún menos, y finalmente la de Brasil, que inició el año virtualmente estancada.
Esa situación ocurre en un escenario global en el que las señales alentadoras se mezclan y alternan con las negativas.
Entre las primeras destaca el fuerte precio de los commodities que impulsa las exportaciones y entre las segundas, gatillada por la guerra entre Rusia y Ucrania, la intensa presión inflacionaria global, que obliga a elevar la tasa de interés, y con ello enfría las economías.
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