Casi todos los países de la región lograron incrementarlas el año pasado, y en el actual las están manteniendo relativamente estables, aunque con bajas en algunos casos. Ello viene ocurriendo al compás de la evolución de los diversos flujos del sector externo: comerciales y de servicios, inversión extranjera, remesas y otros factores que inciden en la balanza de pagos (cuyo saldo se traduce en la variación de las reservas) y en el proceso de dejar atrás la dura pandemia y lidiar con el complejo panorama global emergido a partir de la criminal acción de Rusia sobre Ucrania. Así lo señalan los datos que siguen, obtenidos de las páginas web de los respectivos bancos centrales.
Pese a la visible reducción de su dato frente al del año pasado, Brasil continúa siendo claro líder en la materia, seguido de lejos por México.
A nuestro país le siguen, a considerable distancia, Colombia y Chile.
Cabe señalar que el dato de Argentina no es comparable con los restantes, pues se refiere a las reservas brutas, de las cuales hay que restar los grandes pasivos de su banco central, resultando de ello un monto neto mucho menor, que se condice con su muy precaria posición financiera y explica la gran debilidad de su moneda.
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