Gracias al acatamiento de ese modelo, que propugna la responsabilidad fiscal y promueve la participación privada (evitando el excesivo gasto del Estado), el déficit fiscal, que se había tenido que incrementar enormemente para afrontar los graves efectos de la pandemia, regresó desde hace varios meses a su muy manejable nivel de 1% del PBI y se mantiene en él, constituyendo la garantía (junto con el muy serio manejo del BCR) de que la inflación (que actualmente está elevada debido principalmente a la presión externa y la fortaleza del dólar) no se disparará más, y volverá a un nivel moderado.
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