Casi todos los países de la región lograron aumentarlas el año pasado, y en el actual las están viendo reducirse en la mayoría de casos, siendo notorio el de Chile. Ello viene ocurriendo al compás de la evolución de los diversos flujos del sector externo: comerciales y de servicios, inversión extranjera, remesas y otros factores que inciden en la balanza de pagos (cuyo saldo se traduce en la variación de las reservas) y en el proceso de lidiar con el complejo panorama global generado por la invasión de Rusia a Ucrania. Así lo señalan los siguientes datos, obtenidos de las páginas web de los respectivos bancos centrales.
Brasil, con reservas de US$ 331,505 millones (cifra mucho menor que la del año pasado), es el indiscutible líder regional, seguido a considerable distancia por México.
A nuestro país le siguen, a gran distancia, Colombia y Chile.
Cabe señalar que el dato de Argentina no es comparable con los demás, pues se refiere a las reservas brutas, de las cuales hay que restar los grandes pasivos de su banco central, resultando de ello un monto neto mucho menor, que se condice con su muy precaria posición financiera y es una de las principales causas de la gran debilidad de su moneda.
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