De esa manera ofrece un gran respaldo a un gobierno que está siendo duramente atacado por fuerzas violentistas empeñadas en desestabilizarlo, destruir el sistema democrático y poner en marcha su proyecto totalitario, en complicidad con personajes corruptos, extremistas, y/o ligados a diversas actividades ilícitas, como el narcotráfico, el contrabando y la minería ilegal.
Fuerzas violentistas que inicialmente simulan estar ejerciendo la sana y legítima protesta pacífica, pero que luego descubren su verdadero rostro, bloqueando carreteras, amenazando y atacando a quienes no se pliegan a ellos, incendiando entidades públicas, saqueando centros comerciales, destrozando vehículos, empleando todo tipo de objetos contundentes, lanzando explosivos contra las comisarías, matando policías (uno quemado vivo) e hiriendo a decenas de ellos, propiciando la muerte de un recién nacido e intentando tomar aeropuertos.
Esa violencia generadora de caos es parte central de su estrategia, para forzar a que la represión se intensifique y luego aparezcan los muertos con los cuales puedan traficar, como lo han hecho siempre.
Teniendo en cuenta hechos como esos, y entendiendo bien el fondo del asunto, el Congreso ha dado un contundente y justificado voto de confianza. El Perú no debe ceder ante quienes buscan destruirlo.
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