Aunque el título parece aludir al verano o al calentamiento global, en realidad se refiere a lo dicho hace algunos días por el ministro de Economía, Miguel Castilla. Él ha señalado que, dadas las condiciones económicas internas y externas, la moneda peruana se mantendrá en el futuro con tendencia a apreciarse. ¿Por qué? Porque así lo determina el mercado, es decir, la oferta y demanda. Y frente a eso, es muy poco lo que el gobierno puede hacer.
Siendo así, a nuestros agentes económicos no les queda otra cosa que adaptarse a las circunstancias. Los exportadores, por ejemplo, deberán mejorar su productividad y eficiencia, para reducir sus costos y así mantener su competitividad, inclusive con un tipo de cambio eventualmente desfavorable. Además, deberán tener siempre presente que lo importante no es la evolución del tipo de cambio nominal (el que resulta de comparar las simples cotizaciones del sol y el dólar), sino la del tipo de cambio real, ya sea el bilateral (el que se toma en cuenta para analizar la relación comercial con Estados Unidos) o el multilateral (el que analiza el intercambio con nuestros veinte principales socios comerciales).
Ese tipo de cambio real compara las inflaciones interna y externa. Si durante un determinado período de tiempo la inflación interna es menor que la externa, y el tipo de cambio nominal no varía, el tipo de cambio real se incrementa, lo que significa que el Perú mejora su competitividad cambiaria. En cambio, si la inflación peruana es mayor que la externa, y el tipo de cambio nominal se mantiene inalterado, el tipo de cambio real cae, y nuestro país pierde competitividad cambiaria. En este último caso, una devaluación del sol permitiría compensar esa desventaja.
Lamentablemente, una medida de ese tipo, si bien sería del agrado de los exportadores, perjudicaría a otros agentes económicos, entre ellos los que requieren efectuar importaciones (ya sea de bienes de consumo, insumos o bienes de capital) o tienen deudas en dólares. ¿Sería correcto perjudicar a unos por favorecer a otros? No.
La esencia de la política económica actual es la neutralidad. En el caso de la política cambiaria, esto supone basarse en el mercado para el establecimiento del tipo de cambio, sin interferir, ni en favor de la apreciación ni de la depreciación del sol. La única finalidad de las esporádicas intervenciones que efectúa el BCR, comprando o vendiendo dólares, es la de evitar la volatilidad, tratando de atenuar los saltos cambiarios, pero sin interferir en la tendencia. Y nuestro ente emisor ha estado llevando a cabo muy adecuadamente su función, como lo demuestra el hecho de que el Nuevo Sol es hoy la segunda moneda más estable del mundo, solo por detrás de la corona danesa. Los agentes económicos, que requieren indicadores predictibles y lo más estables posibles, se lo agradecen.
A eso se refiere el ministro Castilla cuando habla de acostumbrarnos a convivir con una moneda que se aprecia. De un lado, el dólar está débil en el mundo. Del otro, la economía peruana se hace cada vez más fuerte y atractiva, lo que se traduce en mayores flujos de capital, y, a su vez, en un fortalecimiento de nuestro Sol. El gráfico de arriba, que muestra la evolución del tipo de cambio nominal de los últimos once años, es muy ilustrativo al respecto. El año 2000, el tipo de cambio era de 3.50 soles por dólar, en tanto que hoy es de solo 2.70 (inclusive ya ha caído por debajo de esa cotización, empujado, entre otras cosas, por las ventas que los agentes económicos vienen haciendo para afrontar los pagos de gratificaciones navideñas). Las masivas compras de dólares que el BCR está efectuando (más de US$ 400 millones en los últimos días y US$ 3,700 millones en lo que va del año) corroboran lo dicho.
En realidad, el anuncio del ministro es una confirmación de lo que nuestros agentes económicos han estado experimentando en los últimos años, pues el masivo ingreso de capital extranjero y el consiguiente fortalecimiento del Sol no son cosa reciente.
Como se puede ver en el recuadro adjunto, desde hace ya varios años el tipo de cambio real, tanto el bilateral como el multilateral, han estado cayendo. El bilateral real, que ha caído más de 20 puntos en los últimos diez años, lo ha hecho fundamentalmente por la caída del tipo de cambio nominal, y no por la inflación, pues esta ha sido bastante pareja en el Perú y Estados Unidos. El multilateral real ha caído mucho menos, hallándose solo algunos puntos debajo de su nivel del año 2001. Esto ha ocurrido así debido a que nuestros principales socios comerciales registran una inflación promedio bastante mayor que la nuestra, lo que ha permitido compensar la mayor parte de la caída del tipo de cambio nominal bilateral.
Pese a esa pérdida de competitividad cambiaria, nuestras exportaciones han seguido creciendo en términos reales (es decir en volúmenes, sin considerar alzas de precios). Si bien el 2009 retrocedieron 3.1%, el 2010 aumentaron 2.4% y este año lo vienen haciendo en 8.5%. Ello revela que nuestro sector exportador está respondiendo adecuadamente a la situación, mejorando su eficiencia y competitividad, y reduciendo sus costos. La idea es que esa virtuosa forma de encarar el reto de venderle más al mundo siga adelante.
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