Acertado Respaldo Presidencial a un Proyecto Absolutamente Necesario

En el arequipeño y multimillonario proyecto cuprífero de Tía María ya se han efectuado todos los estudios requeridos, que han ratificado su viabilidad y su capacidad de convivir perfectamente con la agricultura.



El primer Estudio de Impacto Ambiental (EIA) fue objetado por la Oficina de las Naciones Unidas de Servicio de Proyectos (UNOPS), que hizo un considerable número de observaciones, que la empresa Southern Perú, responsable del proyecto, se vio obligada a tomar en cuenta, con el fin de subsanarlas.

Por ejemplo, y atendiendo a una de las máximas preocupaciones de los agricultores, ésta tuvo que reformular el proyecto, para que ya no emplee agua del río ni del subsuelo, sino más bien agua de mar (para lo cual instalará una costosa planta desalinizadora).
Asimismo, para evitar la difusión de polvo que pueda afectar la agricultura, tuvo que reconsiderar su plan de voladuras, minimizando la carga explosiva y limitándolas a tres veces por semana. Además, éstas irán seguidas de un permanente humedecimiento del terreno, y sólo se efectuarán en los turnos de día, en los cuales, como se ha demostrado, el viento corre desde el valle hacia la mina.

Otro dato importante es que la mina no obtendrá el cobre a partir del tradicional proceso de flotación (empleado por la mayoría de las principales minas, como Antamina, Antapaccay, Toromocho, Toquepala, Cuajone y Cerro Verde), sino del de lixiviación, que es mucho más amigable con el medio ambiente (pues no produce humos, gases ni relaves) y será efectuado sobre un terreno perfectamente impermeabilizado (lo que impedirá filtraciones al subsuelo).

Cosas como éstas han quedado plasmadas, como compromisos formales, en el Segundo EIA, que por tal razón, y por cumplir con todos los demás requisitos establecidos por nuestra legislación ambiental, fue aprobado en agosto del año pasado por el Ministerio de Energía y Minas.

Lamentablemente, para los intransigentes nada de eso es suficiente. Ni la garantía de la nula contaminación del agua, ni la virtual inexistencia de polvo, ni el empleo del proceso productivo más inocuo. Demostrando que en ellos está primando únicamente el radicalismo de su ideología antiminera, han ignorado deliberadamente y por completo todas las subsanaciones y mejoras que la empresa ha ido haciendo a cada una de las objeciones planteadas, han rechazado todos los innumerables llamados al diálogo efectuados tanto por la empresa como por las autoridades de los gobiernos regional y nacional, y han optado por la violencia. La intransigencia antiminera disfrazada de defensa ecológica ha decidido que el proyecto no se realice de ninguna manera, así se demuestre con mil estudios más (tal como plantean en su objetivo de seguir dilatando los plazos) que una minería moderna como la de Tía María y el agro arequipeño pueden convivir perfectamente, tal como ambas actividades lo hacen en muchos otros lugares del mundo.

Así las cosas, se hacía absolutamente necesaria la intervención directa del presidente Humala, para que quedara meridianamente claro que el gobierno, sin descuidar los trascendentales aspectos del medio ambiente y la agricultura, apuesta decididamente por la inversión en los grandes proyectos mineros que nuestro país requiere.



Felizmente, esa intervención se produjo ayer. En ella, el primer mandatario ha hecho saber de manera categórica la posición del ejecutivo, de seguir adelante con un proyecto que reportará ingentes ingresos al Estado, a la región Arequipa y a la zona de extracción, y que por lo tanto de ninguna manera debe quedar paralizado.

Ha hecho bien el presidente en avalarlo decididamente, corrigiendo la errónea posición que tuvo en su época de candidato (cuando, irresponsablemente, objetó su ejecución) y advirtiendo que el Estado impondrá su autoridad contra quienes intentan sabotear proyectos que cumplen con lo establecido por las leyes y reglamentos.

Y ha actuado juiciosamente la Southern al posponer durante dos meses su cronograma de obras, con el fin de facilitar que se calmen los ánimos y se genere un período de reflexión y entendimiento. En éste, la empresa y el Estado deben explicar claramente a la población de la zona y de todo el país lo que dice el segundo estudio de impacto ambiental, con el fin de que no queden dudas de que el proyecto, además de los obvios beneficios que reportará al fisco nacional y por ende a todos los peruanos, no generará daños en el agro arequipeño.

Con Tía María no sólo se está jugando el destino de una gran mina, sino también el de muchas otras, que en su momento también quedaron frustradas por el accionar de una intransigencia politizada y disfrazada de ecología, que busca impedir que el gran capital privado nacional y extranjero extraiga de las profundidades de la tierra valiosísimos recursos por miles de millones de dólares que le urgen a un país en desarrollo como el nuestro. La vergonzosa debilidad mostrada por el Estado a lo largo de muchísimos años ante estos grupos radicales tiene que finalizar de una vez por todas. Este caso debe constituir el emblemático punto de quiebre hacia una nueva actitud, en la que la violencia y el chantaje ya no tengan cabida en las grandes decisiones nacionales. Para los intransigentes debe quedar claro que el Perú, país minero, seguirá impulsando, en éste y los siguientes gobiernos, los grandes proyectos de este fundamental sector.