La educación en Finlandia destaca a nivel mundial. Así lo demuestran las pruebas PISA, a las que cada tres años se someten los estudiantes de los países más desarrollados del mundo (y de varios de América Latina, entre ellos el Perú), para medir sus capacidades y avances.
En ellas, el país nórdico figura consistentemente en lugares muy destacados, ratificando la gran calidad de su sistema de enseñanza.
Los videos adjuntos nos muestran en qué consiste éste, y cuáles son las peculiaridades que lo han llevado a generar resultados tan notables.
El primero fue elaborado el año 2012 por Tony Wagner, un profesor norteamericano de la Universidad de Harvard, deseoso de conocer in situ cómo funciona. El segundo es un extracto del más reciente documental del conocido periodista Michael Moore, filmado el año pasado y llamado "¿Qué invadimos ahora?".
Dado que ambos son sumamente explícitos, no es necesario detallar su contenido. Sólo resaltaremos, a manera de resumen, cuatro aspectos que nos parecen centrales.
El primero es que, contrariamente a lo que ocurre en la mayoría de países, allí se ha liberado de presión a los estudiantes, con el objeto de que asuman la educación con alegría, como una actividad en la que pueden divertirse y desarrollar plenamente su creatividad. Por eso el número de asignaturas diarias es menor (y hay más tiempo libre entre ellas), existen más vacaciones, se ha dejado de lado la memorización en favor del razonamiento, las evaluaciones son escasas (pues se considera que más importante es el trabajo que realizan el profesor y el alumno en la interacción diaria), se da mucha importancia a las artes y prácticamente no hay tareas para la casa. El sistema se basa en el precepto de que los estudiantes necesitan gozar de su tiempo libre (al que no se considera un desperdicio, sino un momento en que se puede aprender una gran cantidad de cosas distintas a las de la escuela) y de que un cerebro bien oxigenado con actividades alternativas capta y rinde mucho mejor que uno sometido a agotadoras sesiones de aprendizaje.
El segundo es que las evaluaciones no son estandarizadas, pues, si bien existe una currícula básica, con algunos lineamientos centrales, cada escuela es libre para elegir la forma de ponerla en práctica y desarrollar los temas en detalle. Ello va de la mano con el hecho de que no se busca establecer ni se considera necesaria una competencia entre escuelas, porque se asume que todas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, tienen el mismo nivel de excelencia y calidad.
El tercero, y quizá el más importante, es que se pone un énfasis supremo en la calidad de los profesores, pues se considera que son los actores decisivos en el sistema. Por eso absolutamente todos tienen por lo menos una maestría. Esa alta calificación hace que se confíe plenamente en ellos, con la convicción de que no requieren demasiados controles ni evaluaciones, sino libertad para desplegar sus capacidades. Eso también permite que sean muy bien remunerados, a tal punto que, contrariamente a lo que ocurre en otros lugares, la carrera docente goza de una alta demanda en el mercado laboral.
El cuarto es que, al ser tan integradora (pues es exactamente igual para todos los ciudadanos, sin importar su lugar de origen ni su extracción socioeconómica) y proyectarse más allá del simple conocimiento, como un vehículo de formación de las personas (lo que incluye una sólida preparación técnica que permite una rápida inserción en el mercado laboral), esa modalidad de educación genera una sociedad más comprometida, menos excluyente, de mutuo respeto y mutua confianza. Por eso Finlandia es uno de los países menos violentos y corruptos del mundo (además de ser uno de los más competitivos e innovadores).
Como se aprecia en los videos, los profesionales norteamericanos que viajaron a Finlandia para elaborar sus documentales quedaron impresionados con lo que vieron. No podían creer que un sistema que otorga tanta libertad a los estudiantes, al punto de parecer excesivamente laxo y relajado, pudiera tener resultados tan notables.
Los países como el Perú harían bien en imitar por lo menos algunos de los aspectos que tantos éxitos le han dado a la educación finlandesa. Uno de los que más se ha enfatizado últimamente aquí es el de la meritocracia, que busca mejorar la capacitación docente fijándola como requisito para los incrementos salariales. Sin duda, es un buen punto de partida en un tema que (como acabamos de ver) es esencial, pero hay que seguir insistiendo con ése y los demás, como los de mejorar dramáticamente la infraestructura y equipamiento de las escuelas, y reducir la brecha entre las privadas y públicas. Obviamente, otro objetivo central deber ser reestructurar las currículas, para que promuevan mucho más intensamente el razonamiento, la investigación y la creatividad.
El notable ejemplo de ese pequeño país nórdico debe constituir una guía permanente para nuestras autoridades del sector.
En el PISA 2012 SALEN EN PUESTO 12, los paises asiaticos, ahora salen primeros.
ResponderEliminarhttp://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/05/150504_finlandia_educacion_am
El economist hablo de esto el fin de semana, el metodo chino es buenisimo para matematicas, se deben copiar algunas cosas de otros paises, pero mas importante que todo es erradicar la cultura criolla, putrefacta, herencia de haraganes y regresar a nuestras raices nativas de una civilizacion de ingenieros, matematicos, fisicos, astronomos, y no estafador rentista que no sabe trabajar, corrupto haragan.
ResponderEliminarEsa cultura criolla debe ser erradicada, totalmente improductiva y ociosa.