En el análisis de la situación económica de los países, uno de los indicadores más importantes es la denominada Balanza en Cuenta Corriente, comunmente conocida como cuenta corriente.
La relevancia de este indicador reside en que refleja la brecha ahorro-inversión. Es decir, permite saber si un país está teniendo un monto de ahorro interno capaz de financiar la inversión que debe llevar a cabo para seguir creciendo. Cuando la cuenta es negativa, significa que hay un faltante para cubrir dicho requerimiento, por lo que se debe recurrir al ahorro externo, o sea a la deuda.
La cuenta corriente resulta de sumar la balanza comercial, la balanza de servicios, la renta de factores y las transferencias corrientes. Dado que en el año 2015 la mayoría de estas variables registró saldos negativos (-1.6%, -1.1%, -3.9% y 1.7% del PBI, respectivamente), la cuenta corriente había resultado negativa en un preocupante 4.9%, con guarismos de -6.4% en el primer trimestre y -5.4% en el tercero. La situación ya venía problemática desde tiempo atrás, pues por ejemplo en el primer trimestre del año 2014 el indicador había sido de -5.5%, y en el segundo trimestre de -6.1%.
Afortunadamente, en el 2016 la tendencia se ha revertido, al haberse cerrado el año con una tasa de -2.8%, mucho menos negativa que la de los años previos, y con una clara mejoría de un trimestre al siguiente. Así, mientras en el primero fue de -5.5%, en el segundo fue de -3.9% y en el tercero de -2.6%. Y como para confirmar esa favorable evolución, en el cuarto trimestre acaba de ser levemente positiva, de 0.3% del PBI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario