Esa circunstancia, a la que se agrega la fluctuación de los tipos de cambio, en un contexto en que el dólar se fortaleció frente a la mayoría de monedas, influyó notoriamente en el dato que hoy presentamos: el producto bruto interno (PBI) expresado en dólares corrientes.
Salvo en los casos de Chile y Brasil (cuya información fue publicada directamente en dólares), los datos fueron obtenidos por nosotros tomando el PBI corriente en moneda nacional (divulgado por los institutos de estadística o bancos centrales) y dividiéndolo por el tipo de cambio promedio del período.
En la mayoría de países, estos son inferiores a los de los años 2014 y 2015, lo que se explica por la fuerte apreciación registrada por el dólar en dichos períodos, la misma que recién se atenuó en el 2016.
Segunda se ubica la de México, que se ha visto afectada por un bajo crecimiento real y la considerable caída del peso frente al dólar, debido a las sombrías expectativas que generó el resultado electoral en Estados Unidos, su principal socio comercial.
Tercera se sitúa la de Argentina, que al igual que la de Brasil afronta una recesión por efecto del ajuste tendente a corregir desequilibrios.
Luego figura la de Venezuela, con una cifra que no es oficial, sino una estimación del FMI efectuada a mediados del año pasado. En realidad, es altamente probable que el guarismo esté totalmente sobredimensionado por la hiperinflación y la irreal tasa cambiaria, y que en los años siguientes disminuya en forma considerable, al punto que podría quedar por debajo de la cifra peruana.
Más atrás se sitúan las economías de Colombia y Chile, con cifras no demasiado distantes entre sí, y cierra la tabla la nuestra, que pese a ser la de mejor tasa de crecimiento real, aún está lejos de las que la anteceden.
El PNB de Venezuela es cuento
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