En apenas seis años, la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, Colombia, México y el Perú, se ha consolidado como el más importante bloque de integración económica latinoamericana.
No es para menos, teniendo en cuenta que está conformada por la segunda, cuarta, sexta y séptima economías más grandes de la región.
Pero el protagonismo no sólo lo ha logrado por el tamaño económico de sus miembros, sino especialmente por la afinidad de sus políticas y por compartir una visión común, de economías libres, abiertas al mundo, con manejos fiscales responsables y protagonismo del sector privado.
En ese marco de cosas, y de las múltiples medidas y acuerdos tomados y puestos en práctica, ha logrado conformar un importante mercado de más de 200 millones de personas, en el que además de la libre circulación de bienes existe libre movilidad de personas y capitales.
Eso le ha permitido afrontar bastante bien las diversas circunstancias internacionales que han tenido lugar en los últimos años, manteniendo la estabilidad y el crecimiento y mejorando sostenidamente la situación social y económica de sus pobladores, a la vez que fortaleciendo sus instituciones y consolidando sus sistemas democráticos.
Pero también le ha posibilitado ganarse el respeto de la comunidad internacional, que valora su trabajo serio, sostenido y efectivo, gracias al cual está comenzando a obtener resultados concretos en múltiples aspectos. Eso explica que tenga más de 50 países observadores de sus progresos, y varios deseosos de incorporarse plenamente.
También explica que cuatro importantes países hayan manifestado (en la que ha constituido una de las principales noticias de esta cumbre) su deseo de incorporarse como estados asociados. Se trata nada menos que de Canadá, Australia, Singapur y Nueva Zelanda, todos ellos también ubicados en la cuenca del Pacífico, y con cuya participación la Alianza daría un gran paso en su objetivo de ganar peso y presencia global y de generar más beneficios a sus pobladores.
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