El año 2017 no fue muy propicio para América Latina en lo que atañe a inversión extranjera directa (IED), aquella que suele arribar para embarcarse en proyectos de largo plazo. Así lo refieren las estadísticas que acaba de publicar la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en su más reciente documento acerca del tema.
Estas nos dicen que la IED decreció por tercer año consecutivo, aunque a una tasa menor que en los dos años previos. Las dos principales causas de ello fueron el menor precio de los commodities de exportación (que redujo notoriamente las inversiones en las industrias extractivas) y el bajo crecimiento que aún afecta a varios de los principales países (lo que desalentó las inversiones en el mercado interno).
Brasil, no obstante la significativa reducción de su flujo, sigue siendo el líder indiscutible en la materia, con más de US$ 70 mil millones. México, que también lo vio reducirse, ocupa el segundo lugar, con un monto muy inferior al brasileño.
Colombia se mantuvo en el tercer lugar, pero Chile, que hasta el año 2016 había figurado en el cuarto, descendió hasta el sexto, al ser superado tanto por Argentina (que registró un considerable aumento de 253.3%) como por el Perú (que consignó un monto de US$ 6,769 millones, levemente inferior al del año previo).
En los puestos séptimo y octavo se ubican Panamá y República Dominicana, con montos sumamente destacados, que reflejan el interés que sus pequeñas pero muy dinámicas economías suscitan entre los inversionistas foráneos.
En la parte baja de la tabla destacaron El Salvador, Bolivia y Uruguay, con notables incrementos en sus montos, los cuales, sin embargo, siguen resultando demasiado insuficientes (en Uruguay ascendió a ínfimos US$ 27 millones). Tal situación es especialmente crítica en Ecuador, cuya economía de más de US$ 100 mil millones requiere un monto de IED bastante mayor que los US$ 606 millones del año pasado.
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