El Perú no sólo es más grande que sus problemas. Es mucho más grande que ellos. No sólo porque es rico en recursos, sino también porque tiene la gente idónea, y porque en los últimos años ha estado dando pasos adecuados para convertir esa riqueza en bienestar generalizado.
Estamos viviendo momentos difíciles, sí, pero que de ninguna manera deben hacernos perder el optimismo ni la noción de lo avanzado.
Los casos de corrupción vistos en estas semanas, si bien indignantes, pueden servir para la limpieza que se estaba requiriendo en el Poder Judicial. Si administra bien esta enojosa situación, el Perú podría salir fortalecido, no sólo por haber sancionado con todo el peso de la ley a quienes lo merecían, sino por haber establecido una clara advertencia para quienes intenten perpetrar actos parecidos en el futuro. Habrá ganado en uno de los temas que tenía pendientes: la institucionalidad.
Por lo demás, no se debe perder de vista el hecho central de que, en este mismo desagradable asunto, el cuarto poder, es decir la prensa, se está comportando a gran altura, no sólo desenmascarando a los mafiosos, sino no dejándose intimidar por quienes, sabiéndose descubiertos, pretenden detener la difusión de sus condenables actos.
Fuera de eso, y también al margen de los naturales problemas que como país en desarrollo aún afrontamos y seguiremos afrontando, cabe sentir satisfacción, porque la economía está volviendo a crecer fuertemente (lo que aumentará el empleo y los ingresos, y permitirá retomar el camino que habíamos venido siguiendo, de reducción de la pobreza).
También hay que congratularse porque la inflación sigue siendo muy baja, porque las reservas internacionales siguen siendo considerables, porque nuestro riesgo país y nuestra calificación crediticia continúan entre los mejores de América Latina permitiendo créditos de bajo costo y estimulando las inversiones, porque estamos instalando nuevas centrales eléctricas cada vez más limpias (eólicas y solares) y porque seguimos instalando líneas de transmisión cada vez más potentes.
Asimismo, porque seguimos extendiendo la banda ancha a nivel nacional, y mejorando los puertos (Callao, Pisco y Salaverry, que cuando esté culminado lucirá como en la imagen siguiente).
Igualmente, porque estamos en camino de invertir cifras millonarias en los aeropuertos de Chinchero, Jorge Chávez, Chiclayo y muchos más, porque cada vez están más cerca de su total asfaltado las carreteras Longitudinal de la Sierra y Marginal de la Selva, porque sigue creciendo la flota de trenes de la Línea 1 del Metro de Lima, porque este año se intensificará la ejecución de la Línea 2 y porque ya iniciamos el proceso para mejorar la navegabilidad en los ríos de nuestra selva.
Además, porque se está ejecutando las siguientes etapas de los gigantescos proyectos agrarios de Majes y Chvimochic, porque más ciudades han logrado acceso domiciliario al gas natural, porque Lima sigue mejorando su infraestructura vial, porque el negocio del retail sigue creciendo en provincias, porque siguen aumentando las líneas de telefonía celular y de internet, porque nuestras exportaciones batirán record histórico este año (con varias no tradicionales como las uvas creciendo exponencialmente), y un largo etcétera.
Por si fuera poco, acabamos de recibir las espléndidas noticias de que se iniciará la construcción del gigantesco yacimiento de cobre de Quellaveco, y del hallazgo de una de las principales vetas de litio del mundo, en la que además hay abundantes uranio, cesio y rubidio.
Como corolario de todo eso, la inmensa mayoría de nuestra gente sigue siendo decente, trabajadora y también muy solidaria, como lo está demostrando al apoyar a los miles de venezolanos que han llegado a nuestro país buscando desesperadamente una fuente de ingreso.
Hay, pues, razones de sobra para seguir manteniendo el optimismo. Feliz día, querido Perú!
Felices fiestas! sigamos todos los peruanos empujando el coche, que nuestros hijos y nietos nos lo agradecerán
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