El primero corresponde al año 2019, en que las economías avanzaban sin demasiados problemas a la vista, y con la chavista Venezuela siendo una de las pocas que retrocedían. Allí el Perú, aquejado por un enorme ruido político, estaba creciendo a la modesta tasa de 2.2%.
El segundo muestra el catastrófico efecto de la pandemia, haciendo caer, en muchos casos en picada, casi todas las economías. La peruana, afectada por el excesivo cierre de actividades decretado por el gobierno, fue una de las que más cayeron, a la terrible tasa de -11.0%.
El tercero permite ver la rápida recuperación, en la cual jugaron un papel central los programas de reactivación fiscal y monetaria puestos en marcha por los gobiernos, y el rápido desarrollo de una vacuna, que hizo retroceder al virus. La economía venezolana, devastada por el chavismo-madurismo, fue una de las pocas que continuaron cayendo.
Y el cuarto deja ver las estimaciones para el año actual, uno en el que todo hacía prever la intensificación de la recuperación, pero lamentablemente se ha producido la brutal invasión de Ucrania por parte de Rusia, evento que ha disparado la inflación y debilitado las perspectivas de crecimiento global. En ese escenario, en que el país agresor caería 8.5% y el agredido 35.0%, el Perú crecería 3.0%.
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