Mientras tanto, siguiendo los dictados del trasnochado extremista Vladimir Cerrón, insiste con el despropósito de una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución, una de cuyas finalidades principales sería precisamente desmantelar el modelo económico que incentiva esas inversiones y les da garantías.
Así las cosas, su llamado resulta una burla. Los inversionistas extranjeros tendrían que ser demasiado ingenuos para arriesgar sus capitales. Lo más probable es que se inhiban, esperando un escenario mucho más propicio. Y sin esos vitales recursos nuestro país crecerá (y reducirá la pobreza) mucho menos de lo que debería.
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