No sorprende su amenaza, pues es la misma que emplean todos sus cómplices ideológicos, que al igual que él y su nefasto antecesor Chávez son expertos en destruir economías e institucionalidades democráticas.
Es altísimamente probable que el sátrapa intente escamotear el resultado, tal como le bloqueó la candidatura a María Corina Machado, y tal como les hace la vida imposible a ella y al candidato de emergencia Gonzáles Urrutia, y antes de ellos a todos los líderes opositores.
Pero eso no mejorará las cosas para su nefasta tiranía, pues igual el 28 de julio será un punto de quiebre, de definición total y permanente, ya sea con el reconocimiento de la aplastante victoria opositora o con la descarada decisión de ignorar el veredicto popular.
Terrible encrucijada para el sátrapa, que sabe muy bien que si acepta el resultado inexorablemente irá a la cárcel por sus delitos y crímenes, pero que si se atreve a desconocerlo desencadenará una verdadera revolución, esta vez sí decente, en pro del restablecimiento de la democracia. Una insurgencia popular a todo nivel que podría terminar para él inclusive peor que en el otro caso.
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