Pese a haber tenido un nivel aún bastante alto (0.57%), la inflación del mes de setiembre trajo consigo una señal alentadora: bajó en términos anualizados.
Es decir, la tasa de los últimos doce meses, que salvo esporádicos retrocesos, había venido subiendo sostenidamente durante la mayor parte del tiempo, y que había llegado a 6.27% en agosto, se redujo, aunque levemente, a 6.22% en setiembre.
Ésta es una buena noticia, porque implica que la preocupante tendencia al alza que registraba el fenómeno comienza a cambiar de tendencia. Es cierto que la inflación aún es elevada, pero comienza a perder velocidad.
En el rubro de alimentos y bebidas, el más crítico, por la fortísima variación de sus precios, la tasa anualizada bajó de 10.31% a 9.48%. También lo hizo en el de combustibles y electricidad, de 2.40% a 2.06%. Sólo subió en el rubro de otros bienes y servicios, de 2.64% a 3.42%.
Y pensar que hace apenas un año, en setiembre del 2007, la inflación apenas estaba en 2.80%, totalmente dentro del rango establecido como meta. Inclusive, en abril de ese año, había llegado a ser negativa.
Lamentablemente, en el presente año las cosas se salieron de control, fundamentalmente por factores externos. Pero si el punto de inflexión de setiembre se ratifica en los siguientes meses (algo muy probable, según los analistas, porque ya están bajando los precios externos y comienzan a surtir efecto las medidas dictadas por el BCR), la inflación del 2009 podría estar retornando a los niveles previos, ésos que estaban permitiendo reducir la pobreza y que hacían que la gente viera con mediano optimismo el panorama futuro.
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