Las tendencias son claras: las de los impulsados a Diesel, que en el año 2011 representaban alrededor del 55% del total, se hallan en franco declive, y hoy solo representan aproximadamente el 25%.
Las de los gasolineros, que representaban alrededor del 45%, lograron escalar hasta el 60% antes de la pandemia, pero luego, y de manera bastante pronunciada, han comenzado a perder participación.
Las de los electrificados, en cambio, se hallan en auge, y partiendo prácticamente de cero han ido observando un avance lento, pero sostenido, que se ha intensificado notablemente desde el año 2019, a tal punto que cerca del cierre del 2020 ya casi habían igualado, con su 25%, a las de los vehículos a diesel.
Una gran noticia, que sin duda la naturaleza agradece, teniendo en cuenta que implica el reemplazo, en uno de los mercados más grandes del mundo, de millones de vehículos contaminantes por otros de emisión cero. Felizmente, esto también viene ocurriendo, aunque con diferente velocidad, en otras partes del mundo. Inclusive nuestro país se halla en el proceso, aunque, claro, en una fase mucho más incipiente.
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