Pero no se detuvo allí, y dos días después, viernes 7, acaba de llegar mucho más arriba, nada menos que hasta ¢US$ 469.97. Un alza de más de 30% en lo que va del año.
Evidentemente, nuestro país puede sacar gran provecho de esa actual magnífica coyuntura internacional, en que las principales economías están llevando a cabo grandes programas de reactivación que estimulan la demanda de todo tipo de productos.
Inclusive, el Perú podría repetir una secuencia de crecimientos del PBI tan espectacular como la que registró entre los años 2002 y 2013. Un crecimiento que permitió reducir considerablemente la pobreza y expandir la clase media, algo que nos caería de maravillas ahora, cuando estamos comenzando a recuperarnos de los terribles efectos de la pandemia, prueba de lo cual es que este año el PBI se expandiría 10%.
Obviamente, todo depende de consolidar el actual modelo de libertades y apertura al mundo, un modelo que en circunstancias exógenas difíciles (como la crisis hipotecaria de fines de la década pasada) nos permite resistir mucho mejor que la mayoría de países, o ser de los primeros en recuperarnos (como está ocurriendo actualmente tras el momento más álgido de la pandemia). Mientras tanto, en épocas de auge externo, como el que se está evidenciando actualmente con las alzas de precios de los commodities, ese excelente modelo nos permite crecer más que casi todos los demás países (y ser de los que más reducen la pobreza y mejoran el nivel de vida de su población).
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