Considerando que el consumo interno de cemento es por mucho el principal componente del sector Construcción, es fácil deducir que este registrará un avance espectacular. Y dado que Minería e Hidrocarburos es uno de los dos sectores más importantes en el cálculo del PBI, es seguro que su gran avance aportará formidablemente al cómputo total.
Por otro lado, si bien todavía no se conoce el dato del sector de más peso, la Manufactura, los datos de su fuerte recuperación de marzo, de avance del consumo de electricidad y de amplia disponibilidad de pescado (materia prima fundamental de la poderosa industria harinera y aceitera), hacen prever una cifra que quizá sea de tres dígitos.
Otros datos relevantes del INEI señalan que el consumo del gobierno creció 24%, la inversión pública 149%, la recaudación del IGV 75%, la del ISC 138% y la de los tributos aduaneros 75%. También se expandió mucho el crédito al sector privado en moneda nacional, y se viene reduciendo la morosidad bancaria. Por último, las importaciones aumentaron casi 70%, y eso involucró casi por igual a las de bienes de consumo, materias primas, bienes intermedios y bienes de capital y materiales de construcción. Además, la variación promedio trimestral de la población ocupada aumentó después de trece meses en caída, y se duplicó la inmatriculación de autos nuevos. Todo ello confirma (o tiene que ver con) la recuperación de la capacidad de compra de las personas y la fortísima reactivación productiva y de la construcción.
Se trata, como acabamos de ver, de cifras muy alentadoras, que abonan a la confianza de las autoridades económicas en obtener un gran crecimiento al final del año: el MEF prevé un 10% y el BCR un 11%. El panorama externo, muy propicio y halagüeño, contribuye enormemente a esa favorable expectativa. Lo único que podría arruinarla sería, a partir de la elección presidencial de este domingo, un inexplicable e injustificado cambio de rumbo.
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