En Chile, todos los sondeos de opinión pronostican que el domingo triunfará la opción del Rechazo a la nueva Constitución.
Y, como era previsible, eso ha generado un gran optimismo en los mercados, habiéndose reflejado en fuertes alzas en la Bolsa de Valores de Santiago y el valor de la moneda del país.
Ojalá el resultado se confirme, para que el país comience a dejar atrás el negro período iniciado en octubre del 2019, cuando los radicales de izquierda desataron la violencia en las calles, arrinconaron al gobierno y tomaron la iniciativa, en el afán de imponer un proyecto político, económico y social muy parecido al de países que no constituyen ejemplo a seguir bajo ningún punto de vista. Un proyecto que, además, desconoce los múltiples logros chilenos en todos los campos, que le han llevado a ser uno de los países más destacados de la región en cuanto a indicadores económicos y sociales, institucionalidad democrática e imagen internacional.
Un resultado en ese sentido tambien le haría mucho bien al Perú, al hacer ver a la población que los proyectos promovidos por radicales y extremistas (como la nueva Constitución que plantea el impresentable gobierno actual) son dañinos y por ende no merecen el respaldo.
Todo cambio político, económico y social, en Chile, el Perú y cualquier otro país, es bienvenido, pero solo si es producto del debate sano, alturado y reflexivo, que permita llegar a acuerdos y consensos. Y siempre que implique seguir construyendo sobre las muchas cosas buenas ya obtenidas, en lugar de pretender refundaciones basadas en dogmas que únicamente provocan desastres económicos y tiranías.
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