El IDH se determina en función de tres aspectos básicos: Salud (la vía para una vida larga y saludable), Educación (la vía para abrir oportunidades) e Ingresos (la vía para lograr un nivel de vida digno).
En materia de ingresos se toma en cuenta el ingreso nacional bruto per cápita (expresado en términos de paridad de poder adquisitivo o PPA, en dólares internacionales constantes del año 2017), lo que permite abarcar no solo el producto bruto interno por habitante, sino también los ingresos provenientes de las remesas y la ayuda internacional para el desarrollo. En el ámbito educativo se considera los años promedio y los años esperados de escolaridad. En el tema de la salud, por su parte, se toma en cuenta la esperanza de vida al nacer.
Los indicadores de los tres aspectos mencionados son calibrados y combinados, para generar el IDH, cuyo puntaje va desde 0 hasta 1.
De acuerdo con ese resultado, los países son agrupados en cuatro categorías (o cuartiles) de desarrollo humano: Muy Alto, Alto, Medio y Bajo. Esta vez, la primera incluye a 66 países, la segunda a 49, la tercera a 44 y la última a 32.
Los datos, que corresponden al año 2021, permiten ver una sostenida y generalizada mejora (solo interrumpida muy seriamente por la pandemia) en cuanto a desarrollo humano. Una prueba de ello es que el IDH global del año 1990 era de 0.601, mientras que el del 2021 es 21.8% más alto, de 0.732. Otra es que los países de desarrollo humano bajo eran 42 en el año 2010 y hoy solo son 32. Alrededor del mundo la gente vive más tiempo, está más educada y tiene más oportunidades de sustento en la vida.
Debido a su permanente revisión y mejora, los números no deben ser comparados con los de ediciones anteriores, sino únicamente con los presentados en la misma edición.
En el siguiente cuadro se enumera los países de nivel Muy Alto, es decir, aquellos con puntaje más cercano a 1. También se consigna los elementos componentes de su IDH.
Como se observa, el país más destacado es Suiza, con un índice de 0.962. Le siguen Noruega (0.961), Islandia (0.959), Hong Kong (0.952) y Australia (0.951). Japón solo figura en el 19 con 0.925 y Estados Unidos en el 21 (con 0.921).
En materia de ingresos se toma en cuenta el ingreso nacional bruto per cápita (expresado en términos de paridad de poder adquisitivo o PPA, en dólares internacionales constantes del año 2017), lo que permite abarcar no solo el producto bruto interno por habitante, sino también los ingresos provenientes de las remesas y la ayuda internacional para el desarrollo. En el ámbito educativo se considera los años promedio y los años esperados de escolaridad. En el tema de la salud, por su parte, se toma en cuenta la esperanza de vida al nacer.
Los indicadores de los tres aspectos mencionados son calibrados y combinados, para generar el IDH, cuyo puntaje va desde 0 hasta 1.
De acuerdo con ese resultado, los países son agrupados en cuatro categorías (o cuartiles) de desarrollo humano: Muy Alto, Alto, Medio y Bajo. Esta vez, la primera incluye a 66 países, la segunda a 49, la tercera a 44 y la última a 32.
Los datos, que corresponden al año 2021, permiten ver una sostenida y generalizada mejora (solo interrumpida muy seriamente por la pandemia) en cuanto a desarrollo humano. Una prueba de ello es que el IDH global del año 1990 era de 0.601, mientras que el del 2021 es 21.8% más alto, de 0.732. Otra es que los países de desarrollo humano bajo eran 42 en el año 2010 y hoy solo son 32. Alrededor del mundo la gente vive más tiempo, está más educada y tiene más oportunidades de sustento en la vida.
Debido a su permanente revisión y mejora, los números no deben ser comparados con los de ediciones anteriores, sino únicamente con los presentados en la misma edición.
En el siguiente cuadro se enumera los países de nivel Muy Alto, es decir, aquellos con puntaje más cercano a 1. También se consigna los elementos componentes de su IDH.
América Latina logra incluir en este grupo de Desarrollo Humano Muy Alto a cinco de sus países. El primero es Chile (puesto 42 y 0.855 puntos), el segundo Argentina (47 y 0.842), el tercero y cuarto Costa Rica y Uruguay (ambos con igual posición y puntaje, de 58 y 0.809) y el quinto Panamá (61 y 0.805).
Luego figuran los países de Desarrollo Humano Alto, como el Perú.
Posteriormente se sitúan los de Desarrollo Humano Medio y Bajo, cuyos datos no consignaremos para no extendernos en demasía. Solo diremos que en el primer grupo figuran los seis restantes países latinoamericanos: Bolivia (118 y 0.692), Venezuela (120 y 0.691) y los centroamericanos: El Salvador (125 y 0.675), Nicaragua (126 y 0.667), Guatemala (135 y 0.627) y Honduras (137 y 0.621).
Los países del último grupo, por su parte, son mayoritariamente africanos, habiendo también varios del sur de Asia e inclusive el americano Haití. Los peor ubicados son Níger (0.400), Chad (0.394) y, cerrando la lista, Sudán del Sur, con infames 0.385 puntos, que reflejan las terribles condiciones de vida de sus pobladores.
Nuestro país mantuvo la puntuación del año 2020, que había implicado una caída frente a la de 0.780 puntos del año 2019, la máxima alcanzada. Y desde el año 2015 ha mejorado una posición.
El índice peruano se sustenta en una esperanza de vida al nacer de 72.4 años, un tiempo promedio de escolaridad de 9.9 años, un tiempo esperado de escolaridad de 15.4 años y un ingreso nacional per cápita (medido en precios constantes del año 2017 y en términos de PPA) de 12,246 dólares internacionales.
Entre los años 1990 y 2021 nuestro indicador ha mejorado sostenidamente, desde 0.621 hasta 0.762, a una tasa anual promedio de 0.66%. El mayor avance se dio entre 1990 y el 2000, con una tasa anual de 0.85%, que se redujo a 0.70% entre el 2000 y el 2010, y que viene cifrando el 0.45% desde el 2010.
Lamentablemente, y pese a sus bondades, el IDH tiene una limitación: tomado en forma aislada, como un simple promedio nacional, tiende a esconder las disparidades dentro de los países. Ello obliga a considerar el denominado IDH ajustado por Inequidad (IDHI), al cual nos referiremos luego.
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